El fútbol es un deporte de contacto, siempre lo ha sido. Es verdad que con más de un siglo de vida, el juego se ha suavizado, se ha fomentado el Fair Play, la honestidad, el respeto por el rival, el juego, la tribuna y todo lo que rodea. Lamentablemente, seguimos viendo lesiones espeluznantes que inspiran cualquier cosa menos el respeto al fútbol.
Este fin de semana se jugó uno de los clásicos importantes de las ligas europeas, cuando menos de las de segundo nivel. El actual campeón de Bélgica, Standard de Lieja, visitó al Anderlecht, el rival de siempre y más ganador de aquellas tierras.
Todas las miradas apuntaron al Stade Constant Vanden Stock esperando un buen juego. Desafortunadamente hubo un incidente que eclipsó la fiesta. A los 25 minutos, Axel Witsel, del Standard, fue con las tachones a la disputa del balón con el polaco Marcin Wasilewski, quien en la barrida sufrió fractura expuesta de tibia y peroné en la pierna derecha. En otras palabras, estará un año fuera.
El partido es lo de menos. Terminó 1-1, suficiente para que los púrpuras mantengan el liderato de la Jupiler League, y ratificar que les rouches no han tenido el arranque de la temporada pasada. Pero regresando a la brutal jugada, no estaría mal reflexionar sobre lo que debería proceder en estos aislados pero delicados casos.
El fútbol se debe jugar con intensidad, con fuerza. Si no es así, es mejor dedicarse a otra cosa. Pero dentro de esa fuerza también convive la inteligencia. Ningún jugador en el mundo entra a una cancha queriendo provocar una lesión tal, lo sabemos. Aún cuando exista coraje extremo entre dos tipos, una fuerte entrada lleva la misión de ablandar más que de fracturar. Sin embargo, y siempre recurro al mismo ejemplo, si yo manejo un auto por Av. de los Insurgentes a 200 kms/hr, seguro que no tengo la intención de chocar ni atropellar a nadie, pero es muy probable que lo haga. Es ahí donde la inteligencia se mezcla con la prudencia, que debe anteponer la lealtad y hasta la buena fe.
Axel Witsel es un muy buen jugador, un crack en potencia según dicen. Fue elegido el mejor de la liga y estuvo en la mira del Chelsea y Manchester United. A mí no me gustan los calificativos que hoy se leen en en los diarios europeos del tipo “asesino”, “animal” o “salvaje”, pero las imágenes me ponen ante un serio dilema a la hora de pensar un castigo.
Durante la rueda de prensa posterior al partido, Witsel ofreció disculpas y declaró que fue “una falta involuntaria”. También el club presentó sus excusas de forma oficial a través de su sitio web. Además, Witsel tendrá que presentarse este martes ante el Comité Deportivo de la Federación Belga, quien decidirá su sanción.
La tarjeta roja que recibió no basta, es un hecho. ¿Pero qué se debe hacer? Hay quienes proponen que en estos casos el agresor debe estar fuera del fútbol hasta que el lesionado se reponga. Sería ésta, la decisión más severa si hablamos en términos de justicia, aunque, por otro lado, también hay un amplio sector que lo considera excesivo. Sin llegar a los extremos que piden cadena perpetua y castración, ni ser tan inocentes como para darle cinco partidos y una multa económica, jugadas de esta gravedad no pueden pasarse por alto. Atentan contra la esencia del balón.
Las voces dicen de todo, desde quien sugiere retirarlo del fútbol de por vida argumentando que un tipo así sobra en las canchas, como quien en tono más mesurado reprueba pero entiende que con todo y la mala intención que pueda llegar a existir, el tema pasa más por una imprudencia que por un afán de lesionar al que a final de cuentas es un colega y compañero de profesión.
Ya estaremos conociendo la sanción. Nada sanará a Marcin Wasilewski, pero todo castigo debe enfocarse a preservar el juego limpio, el espectáculo y la integridad de los jugadores. Sólo así estas imágenes irán desapareciendo del mundo del fútbol.
¿Ustedes qué sugieren? ¿a qué se le puede llamar justicia en estos temas? ¿qué reflexión les merecen tan terribles jugadas?