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Aquí conseguirás un compendio de los mejores artículos de fútbol que me topo en la web, sobre curiosidades, datos históricos, polémicas etc. De vez en cuando me animo y escribo algo también...

martes, 31 de agosto de 2010

Ejércitos de papel


La Vinotinto enfrentará la próxima doble fecha FIFA sin la presencia del defensor Fernando Amorebieta en el grupo de citados. La negativa del jugador a atender el llamado del seleccionador nacional fue el cierre de un episodio surrealista y el inicio, también, de una discusión estéril respecto a valores como la patria y el compromiso, manipulados a conveniencia de las partes.

La historia es conocida: Amorebieta declaró a quien quisiera escucharlo que deseaba vestir la camiseta de Venezuela. Las gestiones de la Federación Venezolana de Fútbol se abrieron y César Farías lo citó. El miércoles 18 de agosto llegó un fax a la sede del Athletic de Bilbao con la notificación y, a partir de aquí, el futbolista cerró cualquier contacto con el mundo exterior. Hace semanas que no declara para la prensa que sigue la campaña de su club y su teléfono, antes solícito, dejó de estar activo para las llamadas que llegaban desde el otro lado del Atlántico.

Las presiones de su entorno y del entrenador bilbaíno, Joaquín Caparrós, provocaron que Amorebieta diese un paso atrás en sus intenciones primarias. El hermetismo del zaguero, quien sólo se ha expresado a través de comunicados de prensa emitidos por el conjunto de San Mamés, impide hacer una lectura certera de sus motivos. ¿Por qué su entusiasmo inicial? ¿Qué lo impulsó a no dar la cara después? Personas cercanas a su entorno le otorgan un papel de peso a su agente, Ginés Carvajal, quien lo impulsó a que adquiriese el estatus de internacional y así conseguir mejores condiciones para una eventual transferencia a Inglaterra. Cuando llegó la citación, sin embargo, fue emplazado por el presidente del Athletic a rechazarla y le ofreció encargarse personalmente del asunto, a lo que terminó accediendo. Los intereses económicos, del club y del futbolista, adquirieron un peso superlativo en el desenlace de esta trama que aun no parece cerrarse del todo.

En lo que refiere al juego, la incorporación de Amorebieta habría resultado positiva, por estatus y nivel. Un central espigado, zurdo, con notable peso aéreo en las áreas, añadía características para enriquecer el proyecto de Farías. Pero su alejamiento –sea o no definitivo– no debe desvirtuar el debate, dirigiéndolo hacia el terreno del chovinismo. Las escuadras nacionales compiten por objetivos deportivos, no son ejércitos que van al frente de batalla para defender a la patria. El compromiso debe medirse por el desempeño en la cancha, no por factores intangibles. Sin desestimar el vínculo emocional, llegar a la selección es visto también por los jugadores como una meta profesional y la oportunidad de contar con una vitrina que les permita conseguir mayor trascendencia. Cada uno en su contexto y con sus intereses particulares, va detrás de sus propias aspiraciones. Quien atiende al llamado del seleccionado busca la gloria, pero no lo hace de gratis. No es un héroe quien aporta, ni un traidor aquel que decide apartarse.

Amorebieta no tuvo un comportamiento ético al proclamar su deseo de vestirse de vinotinto y más tarde protagonizar un acto de escapismo. Ése fue su gran yerro, no el ejercer la libertad de decidir qué hacer con su carrera. Puede que el episodio fortalezca el mensaje de Farías respecto a lo que exige de sus dirigidos, pero el desenlace del sainete no le garantizará resultados.

Colombia –el viernes en Puerto La Cruz– y Ecuador –el 7 de este mes en Barquisimeto– ofrecerán una mejor medida del rendimiento de la Vinotinto. Mantener una línea ascendente convertirá en anécdota todo lo demás.

martes, 24 de agosto de 2010

The Damned United, tributo a Brian Clough


El fútbol inglés tiene especial facilidad para enganchar aficionados. Miles de anécdotas en tiempos antepasados, doctrinas que engendraron el deporte rey y mitos que dejaron para siempre reflejados sus nombres en la más primitiva de las tradiciones británicas. Cada rincón del país esconde una leyenda, un recuerdo imborrable. Ya sea una tarde con lluvia intensa donde un gol con el trasero supuso un ascenso o una afición entregada que empujó a su equipo hasta hacerlo campeón con un tanto en el descuento del último partido, la nostalgia evoca momentos irrepetibles.

Cientos de años después de sus primeros pasos, son numerosos los motivos por los que la Premier es a día de hoy el producto estrella en el mercado futbolístico europeo, pero uno de ellos es el atractivo de algunos de sus personajes. Entre todos ellos, uno absolutamente incomparable, escandaloso, odiado y querido a partes iguales pero, sobre todo, excéntrico, muy excéntrico:
Brian Clough.

Con 274 partidos y 251 goles en su haber, muy exigente tendríamos que ser para no pensar en una de las carreras más prolíficas de la historia del fútbol en el apartado goleador. Esas fueron las cifras de escándalo que, como killer, dejó Brian en su periplo como jugador de Middlesbrough y Sunderland antes de que una lesión de ligamento cruzado en su rodilla, acabara con todos sus sueños. Final anticipado para un crack inglés de la época e inicio de uno de los mayores mitos de los banquillos de todo el mundo. Su historia, la del entrenador más querido del país, ha sido llevada al cine y desde este viernes la poremos degustar.

Clough arrancó su aventura como técnico en el modestísimo
Hartlepool United de la cuarta división y a los dos años, firmó por el Derby County. Con los carneros no tardó en demostrar todo su potencial pues en su primera campaña logró el ascenso y en la segunda los llevó directos al título, el primero en toda su historia y el que impulsaría una carrera meteórica y llena de sobresaltos. Pero si en County Ground (estadio del Derby County anterior a Pride Park), dejó huella, mucho mayor iba a ser su impacto cuando en 1975 se vinculó al Nottingham Forest, un equipo simpático que perdía el tiempo en categorías inferiores y que, como ya hizo años atrás, iba a ser revitalizado por las enseñanzas de Mr.Clough. En sus primeros meses salvó al club de un nuevo descenso y, tras su primer objetivo cumplido, ascendió al primer nivel, formando una plantilla memorable con jugadores como Viv Anderson(primer jugador de color de la selección inglesa), John McGovern,Trevor Francis, Martin O´Neill o el trío de internacionales escoceses más famoso del momento, John Robertson, Archie Gemmill y Kenny Burns. Además, el caballero Peter Shilton en la portería.

Su éxito fue imparable y apoteósico pues no necesitó tiempo para acoplar sus ideas, que pasaron a los anales tras convertirse en campeón inglés por delante del Liverpool, líder absoluto de los 70 y cuya fama traspasaba fronteras. Esas metas continentales iban a llegar poco después para los humildes chicos de Clough, que confirmaron sus intenciones al pasearse ante el todopoderoso cuadro
Red en la primera ronda de la Copa de Europa de 1978-1979. AEK de Atenas, Grasshopper, Colonia y ya en la final el Malmo sueco, se rindieron ante la máquina que había formado el técnico en City Ground. Tal era el potencial, que un año después volvieron a clonar su éxito, esta vez en el Bernabeu y ante un Hamburgo con cierto sabor británico pues ni el mismísimo Kevin Keegan pudo frenar esa incontrolable marea de ilusiones. Dos Copas de Europa míticas.

Sin embargo, entre las dos etapas más brillantes de su carrera (Derby County y Nottingham Forest), Brian tuvo una pequeña pero impactante travesía por el
Leeds United. Después de haber brillado con los carneros y de dejarse caer por el modesto Brighton & Hove Albion de la Tercera División para separarse de los focos de la fama, el Leeds llamó a su puerta con el único objetivo de que lograra hacer jugar a un club que arrastraba la fama de ser el más arcaico, físico, defensivo y aburrido del momento. Aquello debía ser el retorno del entrenador que más portadas había protagonizado en los últimos años pero se convirtió en una etapa tan corta como singular pues sólo estuvo en el cargo44 días (los que se reflejan en The Damned United).

Esa agonía arrancó en la presentación con una declaración algo incomprensible en contra de aquellos que le acababan de fichar:
“Hasta donde sé, ustedes pueden tirar a la basura vuestros trofeos conquistados, porque ustedes los ganaron haciendo trampas”. No tardó en levantar polémica, generar detractores, crear enemigos deportivos en la institución y hasta provocar ‘pataletas’ de un presidente que aguantó mensajes intimidatorios por mantener en el banquillo a aquél que, con sus jueguecitos, estaba poniendo su vida en juego. Clough, pasivo y bohemio como él solo, tuvo tiempo para bajar los humos a uno de los jugadores más famosos de la plantilla (el duro Johnny Giles), al que le hizo pensar sobre su pésimo estilo de juego: “Dios no te ha dado seis tacos para que los claves en la pierna de un rival”, dijo en tono grotesco.

El día de su cese, consciente de que aquello había levantado un revuelo sobrenatural y de que los focos le permitían volver a sentirse como el dios futbolístico que siempre quiso ser, se marchó liándola, como no podía ser de otra forma:
“Hoy es un día muy triste….para el Leeds United”, sonrió. Estos alocados 44 días como míster de los whites, fueron suficientes argumentos para que David Peace escribiera su particular best seller y para que, ahora, décadas después, The Damned United le recuerde en su etapa más prepotente.

Continuas provocaciones a rivales, declaraciones altisonantes, gestos chulescos en partidos trascendentales y una sensación de personaje estrambótico, hicieron de Brian un personaje único. Fama que no le abandonó jamás y que aún hoy representa en el fútbol un modelo para muchos y un ejemplo a evitar para otros. El cine nos espera (esta vez será más difícil convencer a la novia) con la que, sin duda, es la película más esperada de la temporada en Inglaterra, donde ha sido catalogada como el mejor film futbolístico de la historia.
Un tributo al fútbol. Un tributo a Clough.

viernes, 20 de agosto de 2010

Guardiola y sus privilegios

No seré yo quien le quite méritos a Pep Guardiola, al que admiro tanto por lo futbolístico como por lo personal y con el que he mantenido siempre una cordial relación, pero está claro que el actual entrenador del Barcelona goza de bula no sólo por parte de la prensa azulgrana, sino por parte de lo que despectivamente allí se conoce como “caverna mediática”, es decir, la prensa de Madrid.

Cuento todo esto porque me asombra que se esté pasando de puntillas para no criticar determinadas equivocaciones cometidas por Guardiola de un tiempo a esta parte. Parece como si hubiera una ley tácita que impidiera decir que Guardiola la ha cagado bien cagada. Por ejemplo, con los fichajes de Ibrahimovic y de Chygrynskiy, que fueron dos capricho suyos y no precisamente baratos. Al ucranio ya lo han despachado de vuelta a Donetsk después de perder un pico en la operación: costó 25 millones de euros al contado y el Barcelona sólo ha recuperado 15 (que ya veremos cómo los paga el Shakhtar, si es que los llega a pagar). Teniendo en cuenta que Chygrynskiy jugó de azulgrana 12 partidos de la Liga BBVA y 2 de Copa, la broma de Guardiola ha salido por casi un millón de euros el partido. Vamos, que ni Pelé con cincuenta años menos habría sido más caro.

Más grave se me antoja lo de Ibrahimovic. A Guardiola se le metió en la cabeza que Eto’o se tenía que ir por su carácter individualista y por el mal ambiente que creaba en el vestuario, y no se le ocurrió mejor cosa que traer al sueco, que es aún mas individualista y crea peor ambiente. ¿Es que no lo sabía Guardiola? Pues parece que no, porque ya no lo quiere ni en pintura. Pero claro, no hay nadie que esté dispuesto a pagar lo que el Barcelona pagó por él hace menos de un año (unos 86 millones de euros, si consideramos lo que se entregó en metálico al Inter -66 millones- y lo que dejó de percibir por Eto’o) y, mucho menos, no hay nadie que esté dispuesto a cometer la chaladura de abonarle el mismo salario (11 millones de euros por temporada).

Ya digo que nadie censura a Guardiola por sus dos estúpidos caprichos y ya digo que eso es lo que me sorprende. Como me sorprende, asimismo, que nadie haya escrito nada en su contra por haber regalado la Supercopa al Sevilla y, de paso, por haber desprestigiado un poquito más esta competición, que fue, lo recuerdo por si acaso, un invento que se sacó de la manga su buen amigo José Luis Núñez.

Fui el primero en decir que me parecía un despropósito el amistoso que jugó la selección española la pasada semana en México y que consideraba un riesgo innecesario e insensato hacer jugar en él a gente que acababa de terminar sus vacaciones. Pero una cosa es eso y otra cosa es que Guardiola ataque a la Federación Española y a Del Bosque, y diga que no tiene gente para disputar la Supercopa por culpa de la selección. Las fechas son las que son y Guardiola lo sabía desde hace mucho, razón por la que podría haber reducido las vacaciones de sus mundialistas, que fue lo que hizo el Sevilla con Navas para que estuviera a tiempo. Pregunto ingenuamente: ¿habrían durado también un mes entero las vacaciones de los mundialistas del Barcelona si hubiera tenido que jugar la previa de la Champions League? ¿Habría atacado Guardiola a la UEFA como ha atacado a la Federación?

Estoy seguro de que no. Pero esto último ya no me sorprende tanto. Guardiola ha estudiado en una buena escuela. No hay que olvidar que él era el capitán de aquel Barcelona que decidió abstenerse de jugar una eliminatoria de la Copa del Rey contra el Atlético de Madrid alegando lo que alega ahora: que los compromisos de las selecciones nacionales les habían dejado sin jugadores suficientes. Aquello fue una demostración más de la soberbia y de la prepotencia del Barcelona, que sabía que aquel insulto al deporte no tendría la más mínima consecuencia (de hecho, a Ángel Villar le faltó tiempo para indultar al equipo azulgrana y para que pudiera participar en la siguiente edición de la Copa del Rey). Lo de ahora, es decir, jugar la Supercopa sin siete titulares porque a Guardiola le ha dado la gana, es otra demostración más de soberbia y de prepotencia. Cada uno en su casa hace lo que quiere y eso me parece bien. Lo que ya no me parece tan bien es que Guardiola cargue contra Del Bosque por haberse llevado a esos titulares al “bolo” mexicano y, sobre todo, que nadie lo denuncie.

Eduardo Torrico

Vía: Sportyou